Comentario
Las relaciones internacionales en el siglo XVIII estuvieron marcadas por el conflicto permanente entre los estados. La construcción de las identidades nacionales y de los aparatos del estado absolutista se hizo mediante la intervención interior de las monarquías para asentar su poder y, en el exterior, mediante la proyección intervencionista y expansiva de sus gobiernos en otros territorios y estados. Así la guerra y la diplomacia se convirtieron en herramientas de la política internacional. La consecuencia primera es la internacionalización de los conflictos y la permeabilización de las políticas nacionales, como demostró la guerra de Sucesión española.
A pesar de ser la guerra un recurso muy utilizado, no existen grandes avances técnicos ni tácticos; sí se dan innovaciones, sin embargo, en el ámbito de la legitimación política y jurídica de intervención de los estados en los asuntos de otros países, dando lugar a un espacio de relaciones que en adelante tendrá una importancia capital: la comunidad jurídica internacional.